jueves, 11 de febrero de 2010

Lo que resta del día...

Para contar esta historia, debemos remontarnos a la primera "un día irreal", donde vimos a maestros, 10mos danes, mayores de 80 años de edad haciendo kata en el Castillo de Shuri.
Fue increíble, pero no voy a detallar esa parte del día que ya expliqué en la historia anterior (recomiendo que la lean, esa fue una de las pocas serias...creo)

Terminadas las exhibiciones y la presentación del Torneo Mundial en el mismísimo Shuri Sho, sensei tenía algo especial preparado para nosotros.

Había decidido compartir una noche de reunión con dos de sus compañeros de dojo: los sensei Toma y Goya, alumnos directos de sensei Yuchoku.
A sensei Acosta, sensei Vázquez y a mi, nos tocó trasladarnos con la esposa del maestro en "takushi" (taxi), en el camino Yunko Arakaki Sama nos preguntó si habíamos transitado por el camino viejo, que era uno de los ingresos y egresos del Castillo de Shuri, utilizado antiguamente por los samurai y los reyes. Ante nuestra falta de conocimiento, habló con el taxista y le pidió que nos espere a unas cuadras del sitio.
Bajamos por un camino de piedras construído hacía cientos de años, árboles y santuarios centenarios acompañaron nuestra pequeña caminata, sin olvidar las casa tradicionales, algunas ya remodeladas, al tiempo que la noche se hacía presente, fue increíble!.
El taxi, como era de esperarse, estaba aguardandonos en el lugar previsto, para transportarnos al sitio del "meeting" (así llaman a las reuniones en Okinawa "mitin").

El lugar elegido fue un Karaoke muy pequeño, que estaba situado a solo unas cuadras del dojo donde sensei Yuchoku Higa enseñó Karate Do Kyudokan durante años. Maki Chan, Tanaka san y Ryu estuvieron junto a nosotros.

El Karaoke era excelentemente atendido por una señora de unos cincuenta y tantos años, por demás agradable. La velada comenzó comiendo algunas cositas, presentadas en pequeños platos, mientras bebíamos aguamori (bebida alcohólica a base de arroz fermentado, nativa de la isla de Okinawa y de mejor calidad que el sake) con unas pequeñas limas, aparentemente características de la isla.
A mi dicha bebida nunca me simpatizó demasiado, pero con las limas estas, "iba como piña" (je je, que terminología!). En realidad el aguamori se bebe mezclada con bastante agua, hielo y los cortes de lima en mi caso. Es un asunto que podríamos considerar bastante ritual: los alumnos, los más jovenes o los de menor graduación, deben estar atentos a que el sensei, sempai o el invitado, en ningún momento tenga su vaso vacío. Si uno es invitado a brindar, debe chocar su vaso, debajo de la línea de su superior y debe beber, al menos un sorbo, antes de apoyar su vaso en la mesa, etc.

El primero en llegar fue sensei Toma, un hombre de baja estatura, 66 años, vigote prolijo y mirada aguerrida, pero lo que llamaba más la atención de él, eran sus nudillos. Era como si tuviera un problemita en la mano, pero el problemita era que había hecho makiwara durante años, hasta el extremo de deformar sus nudillos y se notaba mucho. El otro problemita lo tendría cualquiera que se cruzara con un tsuki de este señor.
Personalmente cuando me presentan algun karateka acostumbro mirar los nudillos, así fue como una vez, caminando por Kokusaidori durante una muestra de música Eisa, reconocí a sensei Oshiro, alumno directo de sensei Yuchoku que yo conocía por fotos de revistas. Sus nudillos estaban impresionantemente desarrollados y curtidos por el uso del makiwara.

Al rato ingresó al modesto local sensei Goya, un hombre de apariencia mayor ya que lucía sus canas al 100%, 70 años y sonrisa agradable. Mientras tanto el aguamori continuaba circulando entre todos los presentes ya que en este tipo de reuniones, se acostumbra beber mientras se conversa y canta alguna canción al ritmo de la máquina de karaoke.

Los sensei cantaron como expertos, canciones tradicionales de su isla maravillosa, nosotros hicimos lo que pudimos, pero la verdad nos divertimos mucho y no acausa del aguamori.

Se destacó uno de los miembros de la delegación Argentina, quien nos sorprendió cuando escuchamos que entonaba una canción con una voz mezcla de Rafael y Sandro recién trasplantado en Mendoza. Con Patricio cantamos una canción que no conocíamos, creo que se llamaba Cachito (yo creí que era "Cachita" de Montaner...y al comenzar me convencí de mi error). En nuestra interpretación, quizás nos ayudó un poco el aguamori, ya que la vergüenza que debimos sentir por lo mal que cantamos no fue tanta, por el contrario, nos reímos muchísimo.

Lamentablemente, los sensei Toma y Goya tuvieron toda la intención de comunicarse con nosotros, pero el idioma fue una barrera difícil de superar. Para nuestra suerte, algunas cosas pudieron traducirnos los presentes y llegamos a comprender los importantes consejos que quisieron compartir para que sigamos creciendo en nuestro camino del Karate Do.

Esa misma noche, sensei Vázquez le obsequió una pequeña pre impresión de su libro, traducida al inglés, a sensei Arakaki.

Ya saliendo del karaoke, caminamos con sensei Toma y Arakaki sensei, hasta despedirnos del primero en Kokusai dori y Okiei dori, desde ahí bajamos hasta un local donde venden una soba de-li-cio-sa, debajo del edificio donde sensei tenía su compañía antes de mudarse al nuevo sitio.

La verdad fue una noche increíble, el día entero será difícil de olvidar, especialmente si no quiero olvidarlo.















En la última foto se lo ve a Sensei Toma junto al maestro Luis Vázquez, si observan podrán ver mejor que en la fotos anteriores los nudillos que he tratado de describir.

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