lunes, 26 de octubre de 2009

Taberu (comer), parte I.

Comer en Okinawa y Japón es todo un tema, se imaginarán. La comida es por demás exótica, abundan los animales vivos y los gustos son completamente diferentes a los que estamos acostumbrados en nuestros país, sin olvidar que muchas veces el comenzal siente ganas de vomitar.

Espero que no se lo hayan creído, porque todo el párrafo anterior es mentira.La comida en Okinawa y Japón, es excelente, de hecho lo único que me salva de regresar con plus de kilogramos es el entrenamiento...de doble turno!.

No voy a describir cada cosa que comimos durante los 35 días que duró nuestro viaje, pero si comentar algunas cositas.

Nuestro primer alimento lo ingeríamos ni bien nos levantabamos, apenas pasadas las 6 de la mañana. En esa ocación la idea era no entrenar con el estomago vacío, por lo cual una fruta, alguna rodaja de pan o un pequeño yogurt nos proporcionaba parte de la energía que necesitabamos. Después de la primer semana, un poco acostumbrados al calor...o mejor dicho, extrañando el terruño diría yo, acompañábamos con unos mates.

La ceremonia desayunadora, era siempre acopañada por los noticieros de la televisión de Okinawa, donde tratábamos de descifrar si se iba a nublar o iba a bajar la temperatura en el informe del clima, sino el curso de idioma nos ayudaba a recordar que no solo no entendíamos el japonés (en uno de los canales enseñaban un idioma por día: Italiano, Español, Chino, Inglés, Francés y Coreano, creo. Nosotros optamos por apreder español, pero no lo logramos).

Un rato antes de la 7 bajabamos a entrenar, hasta pasadas las 9.
Terminada nuestra clase, la mayoría de los días, desayunamos con sensei Arakaki. Armabamos una mesa en el dojo y él nos preparaba diferentes platos de la cocina de Okinawa, que contenían distintas legumbres, arroz, carne de cerdo, fideos, huevo, verduras, pezcado, etc. todo delicioso y ABUNDANTE.

Sensei Arakaki es un excelente cocinero, pero con un concepto de capacidad estomacal muy particular. Cada desayuno era demasiado grande y en la Okinawa de pos guerra, donde la cosa no fue fácil como sensei nos hizo saber a través de las historias que nos contaba, no está bien visto que sobre o que se desperdicie alimento.

Por eso, cuando nos invitaban algo de comer, aunque no fuera del máximo agrado del comensal, había que comer.

Acerca de eso puedo contar dos anecdotas.

Un día Tanaka San, uno de nuestros compañeros de practica, fue invitado por sensei a desayunar con nosotros, aparentemente la espera se extendió mas de lo que él tenía previsto y se despidió.
Cuando sensei Arakaki apareció con su plato, no se puso muy feliz al descubrir que Tanaka se había marchado. Resultado: tuvimos que comer la sopa entre todos los arusenchines. Casi sin espacio en el estomago donde alojar mas comida. Se imaginarán que nuestras palabras hacia Tanaka, no son reproducibles en este medio, sin que se me tilde de salvaje (los que me conocen no se extrañarían, pero bueno, no es la idea).

La otra anecdota, acurrió un día culminando nuestro desayuno, sensei nos había comprado unos dulces, que parecían ravioles morados sin cocinar con azucar impalpable cubriendolos (en realidad parecían babosas con sal demasiado fina, pero bue...no queda lindo si lo digo de esa forma).
Antes de invitarnos a probar, nos explicó que ese era un dulce tradicional de Okinawa, muy especial y famoso que él nos había comprado para que disfrutemos con el desayuno.

A pesar de tan linda introducción, nadie arrancaba, pero sabíamos que había que entrarle y "no me gusta", "no puedo mas", "estoy lleno" y demás, no estaban dentro de las posibles respuestas de un guerrero desayunador de pos práctica.
Sensei Acosta fue el primero (y el que mas comió), Nico no quiso saber nada...y no hubo forma de convencerlo, asíque tuvimos que sacrificarnos nosotros comiendo babosas dulces.

Cuando llegó Ryuta, el hijo menor de sensei que siempre llegaba durante el desayuno, y vio lo que estabamos comiendo, puso su peor cara de asco y dijo en textual español: "que es eso?".
Se imaginarán que todo eso de comer lo que te ofrecen, valía más que para nadie, para nosotros, porque Ryuta ni las probó (ni dejó de mirarlas con cara de asco).

En fin, esto es lo que hoy puedo decirles de la comida, durante nuestra estadía en Okinawa.
En entradas futuras, espero contarles algo mas, que ya se me está ocurriendo...

De más está decirles, que espero comentarios.
Mis saludos para ustedes, seres humanos alimentados con fast food.















No se si hace falta aclararlo, pero las fotos no son de cosas que hayamos comido, sino de uno de los mercados de Heiwa dori, pero bueno...así es el "marketing", creo.