domingo, 22 de noviembre de 2009

Hay que tener la cabeza abierta a los cambios...(actualizada)

...pero en mi caso, el día que nos tomaron examen de graduación, la tuve abierta LITERALMENTE.

Empiezo por el principio?

En el Hombu dojo hay dos ventanas, que dan al pasillo por el cual se ingresa desde el exterior al salón. En una de esas ventanas, en el año 2003, colocamos una especie de soporte de madera con sensei Arakaki con el objeto de colgar unas luces para tomar mejores fotografías.

Durante cada día que entrenamos esquivé este soporte de madera, que amenazaba a todos los que pasaban. Pero casualmente el miércoles que nos tomaron examen de graduación, mis maniobras evasivas, fallaron.

Arusenchines, uchinanchú (nombre con el que se conoce a la gente nacida en Okinawa) e hindúes, comenzábamos nuestra entrada en calor cuando, por eludir a uno de los policías, me choqué con el soporte meléfico (había tres de ellos que eran policías en India, del grupo conformado por diez personas).

La hostia que me pegué, no tardó en sangrar e hincharse, por lo cual fui derecho al baño, a mojarme la testa. Llegó Ryuta con un aerosol para heridas cortantes y me lo aplicó en el tajo, situado sobre el lado frontal derecho de mi rasurada cabeza.

No funcionó, ya que a raíz del golpe, mi cabeza comenzó a hincharse y abrirse. Sensei Vázquez aconsejó hielo y cuando sensei Arakaki me vio, recomendó que no entrene y me quede sentado.

La gracia que me hizo quedarme mirando, mientras los demás entrenaban...fue nula.
La escena:
Hindúes, Argentinos y Okinawenses tirando tsuki, haciendo kata, pateando mae geri.
Chávez sentado al lado del makiwara, con una bolsa de hielo en la cabeza, tratando de que la herida no se abra más.

Qué bronca que tenía!
Yo sentado, los demás practicando!

Transcurrida una hora de clase, apareció sensei Arakaki con Ryuta y los formularios de examen que habíamos completado semanas atrás.
Empezaron a llamar a los más jóvenes, entre quienes ya no me cuentan, los chicos de Argentina, los Okinawenses, hasta que se escuchó "Marucero!".

Arakaki sensei me preguntó si estaba bien, a lo que obviamente contesté "sí".
Ya no sangraba y estaba deshinchada gracias al hielo.

Hice mi examen lo mejor que pude, pese a la situación desfavorable como siempre me enseñaron mis maestros, y afortunadamente salió todo bien.

Mis senseis dieron exámenes impresionantes desde el punto de vista técnico, sin olvidar el espíritu que pusieron, a pesar de las lesiones que sufrían después de tantos años practicando Karate Do.
Se graduaron como 6tos Danes.
Pato, Nico y "Gasutón" obtuvieron su 2º Dan y yo alcancé mi 5º Dan después de algo así como 27 años practicando esta apasionante disciplina.

Había pasado 1 mes desde nuestra llegada a Okinawa, mas de 60 entrenamientos nos separaban de ese día y creo que todos sentimos haber dado un pasito más hacia adelante.

Al día siguiente, eran las acreditaciones para el Torneo Mundial y, si bien no significaba dejar de entrenar, quizás era entrenar de otro modo.
Esa noche estábamos bastante cansados, otro tanto doloridos, pero por encima de todos los sentimientos y sensaciones: estábamos muy contentos.

Se hizo la hora de dormir.

El dolor se había instalado en mi cabeza, pero una toalla con hielo atada en mi cabeza, lo alivió durante la noche. Me dormí con una sonrisa en el rostro, aunque el calor abrazaba afectuoso como todos los días y las noches, recordándonos que él también estaba ahí, testigo de nuestra visita, en la isla donde nació el Karate Do.

Al día siguiente, sensei Arakaki me dio un martillo para sacar el soporte de madera hidratado con mi sangre.

Ya están enterados, gracias a mi, el Hombu Dojo de la escuela de Karate Do Shorinryu Kodokan...
es un lugar más seguro!





























P.D.: ah! en esta historia seguro habrá comentarios por parte de los que estuvieron presentes en el dojo, en ese día doloroso para mi cabecita calva.
Aviso que solo voy a contar lo que van a sugerir, cuando sensei Vázquez deje un comentario en el blog solicitándolo.
Otsekaresama desu!

bueno, lo prometido es deuda...
los ubico: Chavez, cabeza rota, mirando la clase al lado de la makiwara, tratando de mantener una bolsa de hielo el la cabeza pero ya harto de sostenerla, intentado dejarla en equilibrio (fallidamente).
Se acerca otro de los policías hindú, no el que esquivé al principio de la historia, e intenta ayudarme con la bolsa sosteniéndola por mi, sobre mi "tremenda hostia", indicándome algo así como "I'm your friend" (soy tu amigo).
Le agradezco, diciéndole que yo puedo solo, afirmación que quedó automáticamente refutada pasados los 2 segundos, cuando se me cayó nuevamente la bolsa equilibrista...
Resultado: el "poli de la India", se acerca y me sostiene el "refrigerante baja chichón" (alias la bolsita con hielo), esta vez sin preguntar.
Se imaginarán la cara de sensei Vázquez y Patricio, contemplando la escena desde la otra punta del dojo (completamente desconcentrados de lo que hacían en la clase, por primera y única vez desde que llegaron hasta que nos fuimos de la isla de Okinawa).
Si no se pueden imaginar las caras, les describo mejor la situación:
Yo echado al lado de la makiwara, mirando con cara de "mejor que no me vean", lastimado, con un tipo grandote, musculoso, de tez oscura, bigote y cara de malo, parado a mi lado, sosteniendo una bolsa de hielo sobre mi cabeza. Cómo les explicaba?
Cómo me sacaba de encima semejante gigantón, encima policía en la India (se debe haber cargado como a 2000 malhechores y nadie se dio cuenta, si en la India son millones de cucusas!!!).
En fin, esperé un rato, agradeciendo el buen gesto al grandote* y me quité la bolsa de la cabeza. Durante el "esperé un rato" ya no podía aburrirme imaginando las cosas que Sensei Vázquez y Patricio principalmente, iban a endilgarme. Y así fue, pero para que contarles más, si esto es lo que querían los testigos de la historia, compartir esto con el resto de los curiosos que leen este blog.
Sé que son varios, porque ya estamos en 1070 personas que visitaron el blog, aunque los comentarios no los delatan, si lo hace el contador web que mi amigo Arizna me recomendó.
bueno, demasiado por hoy.
Cambio y fuera

*(no recuerdo el nombre, ni que lo hubiera anotado, eran todos nombres difíciles los de la muchachada de India. Quieren uno de ejemplo? "NANDHAKUMAR")

P. D.2: Si ven las fotos que acompañan este relato, donde estamos rodeados de hindúes, el que esquivé es el que está a mi lado (ese era el que peor cara de malo tenía, pero era mas bueno que el Principito sedado), y el que sostuvo la bolsa es el grandote de la derecha, parado al lado de Gasutón (el primero desde la derecha, con bandera de India sobre el lado izquierdo de su karategui).

viernes, 13 de noviembre de 2009

Taifú (Tifón)

Estaba muy tranquilo, haciendo "vayan ustedes a saber que cosas" cuando empezaron esas palabras que no deberían aparecer, aquellas que cuando recuerdo momentos como los que describí en "Fulbito", vienen a instalarse cerca de mis pocos pelos: "limados", "mal de la cabeza", "estropeados" y demás.

Por qué?
Les cuento.

Nuestra vida transcurría con la normalidad habitual de Okinawa, haciendo justamente lo que no hace cualquiera en ese sitio: entrenamiento a doble turno bajo la tutela técnica de un maestro 10º Dan, regado de bonsais de mas de 100 años de antigüedad (cuyo valor supera las decenas de miles de dólares, y no exagero), almuerzos con gente del "Rotary Club" de Naha, vida en un departamento prestado por el cual pagábamos por un mes lo que cualquiera paga por día para alojarse en Naha, hasta que un día nos mencionaron que se venía un "taifú".
Pleno verano, época de tifones en Okinawa.

Automáticamente recordé mi primer experiencia del año "99" cuando sensei Arakaki mi pidió que guardara las decenas de bonsais con el fin de protegerlos del temporal que se venía.
Un día domingo, hacía 10 años, terminado mi trabajo con los pequeños arbolitos, avisé que me iba a caminar. Recuerdo que sensei me miró con cara, como diciendo "no es muy recomendable, mirá que viene un tifón", pero como yo vivía en Ushuaia (y sigo viviendo), casi no sabía lo que era un tifón.

Cuestión que salí a caminar y se largó la tormentita. Cuando vi que la cantidad de agua que caía era suficiente para llenar un par de piscinas por minuto, me compré un paraguas que duró poco, ya que, como se veía que el "acto del agua en cantidad" no me sorprendía, vino en "vientito fuertecito e intenso", al rato el paraguas no sirvió ni para jugar a Mary Poppins.
Busqué refugio en Kokusai dori y Heiwa dori hasta que la situación climatologica aflojó un poquito.
La foto cuando regresé al dojo: si me hubiera caído al agua, seguro que no me hubiese mojado tanto como ese día.

Regresando al presente de este viaje año 2009, ya estábamos enterados del tifón.

Día de calor (qué raro, no?) y ante la falta de actividad después de entrenar, íbamos camino a la playa, el "vientito" provocaba que los árboles se movieran "bastante mas de los normal", estimo que alguno de nosotros, arusenchines no acostumbrados a los tifones, debe haber pensado "no es muy prudente ir a la playa un día de tifón", pero si alguno lo pensó, no lo manifestó.

Llegamos a nuestra playa de cabecera, Naminoué, y enfilamos para el agua, que parecía el sitio más seguro, ya que la arena molestaba un poco a raíz del viento...y hablando de viento.
Al parecer cuando llegamos solo sentimos al "hijito del viento", porque el viento verdadero apareció al rato y nos obligó a sumergir las cabezas en el agua porque la arena castigaba de lo lindo! parecía que nos estaban atacando con piedras extremadamente finas (llamadas "arena" en lengua nativa).
La ropa, que habíamos dejado enroscada en los mangrullos del guardavidas, luchaba por mantenerse ahi y no salir volando al "infinito y más allá".

No pasó demasiado tiempo hasta que nos dimos cuenta, que no era muy seguro estar en agua chapoteando (éramos los únicos) un día de tifón.
Se imaginarán como terminó la historia, de nuevo camino a casa, sabiendo que "no es muy prudente ir a la playa un día de tifón".

Me permito agregar que el tifón pasó cerca (menos mal!) y no castigó tanto a la ciudad de Naha, así que pudo ser peor!

Pero también tengan en cuenta que todo el grupo, estaba formado por practicantes de Karate Do Shorinryu Kodokan.
Esta escuela de Karate Do, que organizó el primer Torneo Argentino en Ushuaia en 2001, al que asistieron cerca de 120 personas desde Buenos Aires y alrededores, cargando cada persona una plancha de goma eva, para las áreas de competición, ese mismo fin de semana que al día siguiente del Torneo tiraron las torres gemelas, y sobrevivimos...
aparte el torneo fue uno de los mejores que se organizó en la Kodokan.
Cuando organizamos el segundo torneo en 2005, suspendieron al Gobernador de esta bendita provincia y, en medio de estados de sitio, y amenazas de estallido social, decían que venía gente desde Río Grande a tomar el albergue municipal (donde dormían parte de los competidores que asistieron a ese otro torneo) en fin, esta escuela de Karate Do que represento por estas latitudes
, no se achica ante la frase "no es prudente" y eso que solo di ejemplos locales, ni siquiera nacionales.

Bueno, debo despedirme, pero déjenme informarles por si no lo saben, que hay cosas mas entretenidas (¿?) y menos riesgosas que ir a una playa un día de tifón...
aunque yo no se cuales son, así que pregúntenle a otro.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Fulbito

Cada vez que pienso en 2 de las historias que anticipé, y debo escribir, hay una palabra que se instala en mi cabeza "quemados", pero a continuación viene otra palabreja mas: "cascoteados". Lamentablemente, si no detengo esta línea de pensamientos agolpados dentro de mi escasa materia gris, la cosa sigue y sigue.
Estoy hablando de Fulbito y Taifú. Le llegó el día a la primera de ellas.

Un día, el hijo de Ryuta (Kazuke) se apareció con una pelota de fútbol, haciendo jueguitos de aquí para allá. Sensei Vázquez, deportista destacado y alguna vez relacionado con la detección de talentos en el Secretaría de Deportes de la Nación lo vio, y supongo que advirtió lo que su ojo sagaz estaba observando: el pibe, "talento cero".
Y lo digo con la autoridad que tenemos los que jamás jugamos al fútbol, ni lo miramos por televisión (tranquilas chicas, ya estoy casado), salvo alguna rara excepción como los mundiales. Quieren más? mi papá (el bandeño) me decía que yo no sabía si la pelota era redonda o cuadrada.

No se si necesito mas acreditaciones que las anteriormente enunciadas, pero creo que son suficientes.
El pibe, era de los míos, pero acostumbraba andar con una pelota de fútbol (de esas REDONDAS), haciendo jueguito en los alrededores la casa del abuelo (o sea sensei Arakaki).
Sensei Vázquez, en un acto de civilidad, estimo que mezclada con algo de curiosidad, le preguntó si jugaba y le gustaba el fútbol, a lo que el niño de 13 años, contestó que si. Acto seguido, le dijo a Ryuta (no recuerdo en que idioma) que si "Kazú" jugaba uno de esos días, él lo quería ir a ver.

En ese momento ninguno de los arusenchines presentes suponía que "él" se convertiría en "nosotros", pero bueno...era sensei Vazquez, primer argentino consagrado campeón del mundo en el reglamento más exigente del combate de competición (ITKF), karateka y maestro respetado por todos en nuestra escuela, en el Karate do Tradicional de Argentina y el mundo, por si no quedó claro.
La cuestión continuó a los pocos días, Ryuta se apareció y nos anotició que Kazú, jugaría un medio día cerca del dojo, por lo que la cita se confirmó: iríamos a verlo jugar.

Llegó la fecha y como casi todos los días en Okinawa, hacía muuuucho calor. Ryu nos explicó como llegar, a unas pocas cuadras de ahí.
Caminamos hasta el lugar, disfrutando del abrasador sol de Naha (que ya he descrito en otras historias como "ATSUI") con la particularidad que no corría una sola gota de viento, ni siquiera había algún individuo que nos estornudara cerca, como para refrescarnos un poco al menos.

Nosotros suponíamos que el "partidito", sería dentro de esa bonita escuela, fuera de la cual nos encontrábamos esperando a Ryuta, Kazuke y el resto del equipo fultolero Okinawense, pero la vida en Okinawa, no dejaría de sorprendernos tan fácilmente.

Llegó Ryu, Kazú y un par de jovencitos de entre 10 y 13 años, con camisetas de Fútbol de equipos internacionales, de conocidísimos jugadores (aclaro que conocidísimos para los futboleros, porque para mi podía decir "Montoya" y seguro yo pensaba que era el tipo que recaudaba impuestos en Buenos Aires, provincia en la que viven mi mamá y mi papá).
Nos dirigimos al campito, que bordeaba la ruta paralela al mar, que describí en "Naminoué", pero tratando de mantenernos bajo la sombra; podría decir que todavía teníamos alguna esperanza de que llegaran más niños y fueran a jugar en alguna cancha cubierta, más fresca que el sol a las 12 del medio día Okinawense. Pero esto jamás ocurrió.

El asuntito es, que algunos de los pibes empezaron a tocar la pelota mejor que Maradona, en la época que no invitaba gente a que le mame nada sino, cuando movía el balón.
Ante la falta de lugar fresco, con el correr de los minutos, sensei Vázquez sugirió empezar un partidito, y así ocurrió una vez armados los equipos.
Obviamente, me mantuve bajo la sombra, en modalidad cronista gráfico, fotógrafo, reportero...o lo que fuera, menos futbolero.

Me duró bastante, hasta que tuve que reemplazar a Ryuta que se moría bajo el sol y por la falta de aire también.
Fui de arquero, estimo porque era el que menos espacio vacío dejaba dentro del arco.

Ni recuerdo el resultado del partido, de más está decir que me abrocharon un par de goles como era de esperarse (al menos, yo lo esperaba). Como balance me quedaron sensaciones agradables por varias cosas: los chicos y nosotros nos divertimos bastante, sobrevivimos a poco más de una hora corriendo bajo el sol homicida de la ciudad capital de Okinawa (nada mas, ni nada menos que al medio día), los sensei Vazquez, Acosta y el resto de los muchachos hicieron docencia de sus habilidades futbolísticas, yo pude hacer docencia enseñándoles a los chicos de Okinawa una frase en nuestro idioma que no creo necesario transcribir (y que días después nos repitió uno de los chicos desde arriba de un árbol) y por último, ni bien terminamos el bendito partido, nos fuimos a refrescar a Naminoué beach.

Y mas o menos así, transcurrió una hora de partido, de 12:15 a 13:30 aproximadamente, bajo el bonito y cálido (je je) sol de Okinawa.















P. D.: como somos los seres humanos, en este momento, pleno mes de noviembre, ya en la ciudad de Ushuaia, con temperaturas apenas por encima de los cero grados, extraño un poquito el sol ese que nos liquidaba, justo del otro lado del globo, en esa isla maravillosa, que se llama OKINAWA.

martes, 3 de noviembre de 2009

Los chinos

Primero debo aclarar que en realidad no eran chinos, pero así fue bautizado el mini mercado "Matsuyama store", nuestro principal proveedor alimenticio, después de sensei Arakaki, durante el viaje a Okinawa.

Estimo que si quienes lo atendían hubieran sabido que eran llamados "los chinos", se hubiesen acercado al dojo, con una cara bastante diferente de la "cara de vendedor feliz", y nos hubieran "hecho la pelea", aunque no supieran tirar un tsuki.

A solo 3 cuadras del dojo, se encuentra Matsuyama store, lo que nosotros llamamos mini mercado, fue el sitio donde adquiríamos todo lo que ingería el grupo por propia voluntad (quienes se pregunten "por que?", sugiero que lean la entrada anterior "taberu, parte I").
No recuerdo precisamente cuando fue la primera vez que lo visité, pero sucedió en 1999, durante mi primer viaje a Okinawa, lo que puedo garantizar es que rara vez compraba y/o comprábamos en otro sitio. Desde yogurt (de super oferta, mas barato que en Argentina inclusive), queso, pan, bandejas de bentó (con diferentes tipos de comida, en pequeñas raciones), tonkatsu (especie de milanesa hecha con carne de cerdo), chicken (pollo), zakana (pez marinado), bebidas hidratantes, agua, pasando por galletitas, golosinas, frutas, té, café...hasta alguna cervecita (solo el día que terminó el torneo, si mal no recuerdo).
También comprábamos agua en una máquina que estaba fuera del local, por su condición de ser mucho más económica que comprar las botellas o bidones sueltos.

El primer día que ingresamos durante este viaje, recuerdo haber comprado con "Patorishio" una leche chocolatada de litro, buenísima! pero parece que fue la última que hicieron las vacas chocolatadas de Japón, porque no hubo forma de conseguir otra durante los 35 días que duró la aventura, y ahí si que buscamos en cada super que nos cruzamos.

Para llegar desde el dojo, había que salir caminando hacia la derecha, seguir la calle serpenteante hasta la vidriería de la esquina, al lado del negocio donde la señora anciana vende soba , doblar hacia la derecha hasta la esquina, doblar a la izquierda, siguiendo la vereda del frente por mano derecha (doblando a la derecha), hasta desembocar en dicho mercadito (los que no leyeron las entradas anteriores o desconocen el barrio Matsuyama, van a estar perdidos...
los que leyeron mi explicación, así sean el señor FILCAR de Okinawa...estimo que correrán la misma suerte).
La otra forma de llegar, la que no correspondía, o sea la que hacíamos a diario, consistía por cortar camino por el estacionamiento de un edificio de departamentos situado a 30 metros del dojo, que nos ahorraba lo serpenteante de la calle.

La gente que lo atendía era super agradable, y siempre nos recibían con el "irashai masen" = "bienvenidos " (si mi mala memoria no falla y mi escaso nihongo resulta efectivo), seguramente nos decían muchas otras cosas que no supimos descifrar, pero bueno del "irashai maseee" casi seguro...

En general lo visitábamos temprano en las mañanas (si nos dábamos cuenta "tarde" que no teníamos que desayunar), después de entrenar, (cuando ya estábamos muertos de hambre), cerca del medio día (si teníamos hambre de nuevo), por la tarde (si sentíamos necesidad de merienda) y/o por la noche, después de la clase (había que cenar para recuperarse adecuadamente).
Ah! también íbamos cuando salíamos a caminar y nos daba ganas de comer alguna cosita..."como para que no nos falte energía, vissssste"...
como verán, concurríamos mas seguido que al baño.

Estaba abierto las 24 horas del día, lo primero que uno encontraba al ingresar eran las frutas hacia la izquierda (las bananas de oferta, que era uno de nuestros principales alimentos de las mañana, rica fuente de potasio, como todos sabrán) a la derecha mesones con algunos productos y las 2 cajas registradoras, un dato que tiene que ver con la economía: pasadas las 22 o 23horas había alimentos a mitad de precio, pero sin garantía bromatológica.

Sin temor a equivocarme, sensei Acosta es quien merece el 1er premio en la categoría "El que encuentra las mejores ofertas", producto de la paz y tranquilidad que lo caracterizan, y que dio sus frutos a la hora de recorrer las góndolas del mencionado sitio. Él fue quien encontró los yogurcitos con frutas, las mermeladas y demás alimentos a precios razonables, hasta para nuestro lejano país.

Antes de despedirme me gustaría decir algo:
si van a Okinawa, recomiendo que compren en MATSUYAMA STORE!
(con esto quizás consigo que me esponsoricen en el 2013)...

Los dejo hasta la próxima, voy a comprar comida porque escribir me dio hambre.