jueves, 5 de noviembre de 2009

Fulbito

Cada vez que pienso en 2 de las historias que anticipé, y debo escribir, hay una palabra que se instala en mi cabeza "quemados", pero a continuación viene otra palabreja mas: "cascoteados". Lamentablemente, si no detengo esta línea de pensamientos agolpados dentro de mi escasa materia gris, la cosa sigue y sigue.
Estoy hablando de Fulbito y Taifú. Le llegó el día a la primera de ellas.

Un día, el hijo de Ryuta (Kazuke) se apareció con una pelota de fútbol, haciendo jueguitos de aquí para allá. Sensei Vázquez, deportista destacado y alguna vez relacionado con la detección de talentos en el Secretaría de Deportes de la Nación lo vio, y supongo que advirtió lo que su ojo sagaz estaba observando: el pibe, "talento cero".
Y lo digo con la autoridad que tenemos los que jamás jugamos al fútbol, ni lo miramos por televisión (tranquilas chicas, ya estoy casado), salvo alguna rara excepción como los mundiales. Quieren más? mi papá (el bandeño) me decía que yo no sabía si la pelota era redonda o cuadrada.

No se si necesito mas acreditaciones que las anteriormente enunciadas, pero creo que son suficientes.
El pibe, era de los míos, pero acostumbraba andar con una pelota de fútbol (de esas REDONDAS), haciendo jueguito en los alrededores la casa del abuelo (o sea sensei Arakaki).
Sensei Vázquez, en un acto de civilidad, estimo que mezclada con algo de curiosidad, le preguntó si jugaba y le gustaba el fútbol, a lo que el niño de 13 años, contestó que si. Acto seguido, le dijo a Ryuta (no recuerdo en que idioma) que si "Kazú" jugaba uno de esos días, él lo quería ir a ver.

En ese momento ninguno de los arusenchines presentes suponía que "él" se convertiría en "nosotros", pero bueno...era sensei Vazquez, primer argentino consagrado campeón del mundo en el reglamento más exigente del combate de competición (ITKF), karateka y maestro respetado por todos en nuestra escuela, en el Karate do Tradicional de Argentina y el mundo, por si no quedó claro.
La cuestión continuó a los pocos días, Ryuta se apareció y nos anotició que Kazú, jugaría un medio día cerca del dojo, por lo que la cita se confirmó: iríamos a verlo jugar.

Llegó la fecha y como casi todos los días en Okinawa, hacía muuuucho calor. Ryu nos explicó como llegar, a unas pocas cuadras de ahí.
Caminamos hasta el lugar, disfrutando del abrasador sol de Naha (que ya he descrito en otras historias como "ATSUI") con la particularidad que no corría una sola gota de viento, ni siquiera había algún individuo que nos estornudara cerca, como para refrescarnos un poco al menos.

Nosotros suponíamos que el "partidito", sería dentro de esa bonita escuela, fuera de la cual nos encontrábamos esperando a Ryuta, Kazuke y el resto del equipo fultolero Okinawense, pero la vida en Okinawa, no dejaría de sorprendernos tan fácilmente.

Llegó Ryu, Kazú y un par de jovencitos de entre 10 y 13 años, con camisetas de Fútbol de equipos internacionales, de conocidísimos jugadores (aclaro que conocidísimos para los futboleros, porque para mi podía decir "Montoya" y seguro yo pensaba que era el tipo que recaudaba impuestos en Buenos Aires, provincia en la que viven mi mamá y mi papá).
Nos dirigimos al campito, que bordeaba la ruta paralela al mar, que describí en "Naminoué", pero tratando de mantenernos bajo la sombra; podría decir que todavía teníamos alguna esperanza de que llegaran más niños y fueran a jugar en alguna cancha cubierta, más fresca que el sol a las 12 del medio día Okinawense. Pero esto jamás ocurrió.

El asuntito es, que algunos de los pibes empezaron a tocar la pelota mejor que Maradona, en la época que no invitaba gente a que le mame nada sino, cuando movía el balón.
Ante la falta de lugar fresco, con el correr de los minutos, sensei Vázquez sugirió empezar un partidito, y así ocurrió una vez armados los equipos.
Obviamente, me mantuve bajo la sombra, en modalidad cronista gráfico, fotógrafo, reportero...o lo que fuera, menos futbolero.

Me duró bastante, hasta que tuve que reemplazar a Ryuta que se moría bajo el sol y por la falta de aire también.
Fui de arquero, estimo porque era el que menos espacio vacío dejaba dentro del arco.

Ni recuerdo el resultado del partido, de más está decir que me abrocharon un par de goles como era de esperarse (al menos, yo lo esperaba). Como balance me quedaron sensaciones agradables por varias cosas: los chicos y nosotros nos divertimos bastante, sobrevivimos a poco más de una hora corriendo bajo el sol homicida de la ciudad capital de Okinawa (nada mas, ni nada menos que al medio día), los sensei Vazquez, Acosta y el resto de los muchachos hicieron docencia de sus habilidades futbolísticas, yo pude hacer docencia enseñándoles a los chicos de Okinawa una frase en nuestro idioma que no creo necesario transcribir (y que días después nos repitió uno de los chicos desde arriba de un árbol) y por último, ni bien terminamos el bendito partido, nos fuimos a refrescar a Naminoué beach.

Y mas o menos así, transcurrió una hora de partido, de 12:15 a 13:30 aproximadamente, bajo el bonito y cálido (je je) sol de Okinawa.















P. D.: como somos los seres humanos, en este momento, pleno mes de noviembre, ya en la ciudad de Ushuaia, con temperaturas apenas por encima de los cero grados, extraño un poquito el sol ese que nos liquidaba, justo del otro lado del globo, en esa isla maravillosa, que se llama OKINAWA.

2 comentarios:

  1. jajaj buenísimo..otra..otra...!!
    Chavez jamás, pero jamás, pensé que iba ser una fans tuya jajajaj pero con estas historias ..casi jajaja...no sé si son las historias o lo bien contadas que están pero me divierten!

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  2. gracias Marian, como se nota que sos mi amiga, jajaja...
    te dejo un besote y sigo escribiendo entonces, sabiendo que ya tengo una fan, jajaja...
    abrazo nena

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